En el Simposio del Institut Nova Història (INH) del año 2005 hablé de la introducción de la pólvora en Occidente por medio de Cataluña. Esto es evidente por muchos motivos que detallé, entre ellos la gran cantidad de términos catalanes existentes en el léxico castellano relativo a las armas, hasta el extremo de que los conceptos más importantes en este ámbito, como són "pólvora" o "salitre", provienen directante del catalán.
Expliqué también que hay pruebas documentales que demuestran que el rey Jaume I (Jaime I de Aragón) utilizó pólvora en la conquista de Valencia y que en el Museo de la Real Armería de Madrid hay unas armas de mano, muy primitivas, que fueron enviadas, en el siglo XIX, desde Mallorca, junto con el famoso yelmo real del dragón de Jaume I, a pesar que su director se limitó a decir que "esto es imposible".
Al finalizar mi ponencia, mi amigo Ferran Margarit vino a verme y me mostró unas fotografías de unos capiteles medievales de un claustro con unos personajes representados, fácilmente identificables como mandarines. Le pregunté: ¿China?, y él me contestó: No, Ripoll. I continuó explicándome que en la página 182 del libro de Garrigues, titulado Colom català (Colón catalán), se habla de la recepción en Perpiñán, por parte de Jaume I, de una embajada del Gran Khan, y que el vínculo de Cataluña con la pólvora, que yo intuía a través de los moros, podía en realidad explicarse por esta "probada relación" de Jaume I con China.
Anteriormente, el investigador Jordi Bilbeny me había hecho esta pregunta: ¿por qué si los moros tenían la pólvora y nosotros no, los pudimos vencer? Las armas portátiles catalanas, introducidas por los chinos a partir de esta embajada, fueron definitivas contra los cañones de los moros, que ya no servían para defenderse. Los embajadores del Gran Khan, en su séquito, forzosamente debían llevar artesanos que enseñaron a los catalanes la fabricación y uso de la pólvora. Y en Cataluña se daban unos requisitos importantes para que el conocimiento de la pólvora cayera en buena tierra fértil: habian alquimistas, como Ramon Llull o Arnau de Vilanova, y habia salitre, en las Cuevas de Collbató, conocidas desde el Neolítico.
Como colofón, la nación catalana pasó a ser la "cuna" europea del papel, pues el papel maché está directamente ligado con el uso de la pólvora. Cuando Jaume I conquistó Xàtiva (País Valenciano), fue el primero en usar papel para los documentos oficiales, a partir de la conquista y fundación del Reino de Valencia. Y los valencianos fueron luego los artesanos que difundieron los molinos de papel por toda Europa. Así, aunque el término papel proviene de "papyrus", el término inglés para denominarlo ("paper"), proviene directamente del catalán ("paper").
Fueron, por lo tanto, catalanes quienes conquistaron Murcia, mediante la pólvora. Y también fueron los catalanes los que conquistaron Almería, que todavia conserva topónimos catalanes, como Castillo de Ferro o Roquetas, y los que conquistaron Málaga y también Sevilla, que se tomó por mar (¿qué marina tenía Fernando III?). Y además, fueron catalanes los que conquistaron Melilla, como Pedro de Estopiñán (en realidad, Pere d'Estopinyà o Pere Estupinyà).
Asimismo, muy importante fue el rol de los catalanes en la conquista de Granada, y después en la de Nápoles, con sus arcabuces, pasando por el descubrimiento de América, ¡y todo esto a partir de la embajada con los chinos! Con estos embajadores chinos identificados, la historia va tomando forma. Jordi Bilbeny, por su parte, insiste desde hace muchos años que Marco Polo podría haber sido catalán. El círculo se va cerrando...
(Ponencia presentada en el 5º Simposio sobre el Descubrimiento Catalán de América del año 2006).
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Autor: Manel Capdevila, ingeniero y miembro del Institut Nova Història (INH).
Artículo de 28-10-2006.
Este artículo es una traducción del web del Institut Nova Història (INH).
Artículo original en catalán | Versión en inglés
[Imagen superior: Portolano de Angelí Dolcert.]